¿Conoces la regla del 85% de esfuerzo en el trabajo?, ¡No lo des todo!
Desde hace décadas, la sociedad ha enaltecido la cultura del esfuerzo como un pilar fundamental para el éxito y la realización personal. Frases como «el trabajo dignifica al hombre» o «el que madruga, Dios le ayuda» han permeado nuestra concepción del trabajo como un elemento central de nuestra identidad y propósito. Sin embargo, nuevas corrientes tanto laborales como sociales están desafiando esta noción arraigada, proponiendo un enfoque más equilibrado y saludable hacia la vida profesional.
El fenómeno conocido como la «gran renuncia», el «quiet quitting» o incluso el concepto de «lazy girl jobs», como se ha discutido en medios como La Vanguardia, subrayan un cambio de paradigma en la forma en que los jóvenes empleados perciben y gestionan su relación con el trabajo. Estas tendencias reflejan una búsqueda de armonía entre vida laboral y bienestar personal, que cuestiona la idea de sacrificarse completamente por la carrera profesional.
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La advertencia de Sarah Jaffe
En su libro «Work won’t love you back», la periodista y autora Sarah Jaffe advierte sobre los peligros de identificar demasiado nuestra pasión y autovaloración con nuestro trabajo. «Tener un trabajo que te gusta es el primer paso hacia la explotación laboral», señala Jaffe, enfatizando cómo la dedicación extrema puede llevar a jornadas laborales sin límites y a una presión constante por alcanzar reconocimiento y perfección.
La regla del 85%: Un enfoque sostenible
En este contexto, emerge la regla del 85%, promovida por expertos como Ismael Dorado, psicólogo y académico de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y la Universidad Internacional de Valencia. Según Dorado, esta regla sugiere que el máximo rendimiento no se alcanza presionando al 100%, sino manteniendo un margen de esfuerzo conscientemente limitado al 85%. Esta analogía se compara con el cuidado que damos a nuestros automóviles: no los forzamos al máximo para preservar su eficiencia y evitar averías.
«Limitar el esfuerzo que se dedica al trabajo es esencial para mantener la salud mental y física», explica Dorado. Estudios respaldan esta idea, demostrando que un enfoque más equilibrado en el trabajo no solo mejora el bienestar personal, sino que también aumenta la productividad a largo plazo.
El exceso de trabajo, alimentado por una cultura de la hiperproductividad, puede tener consecuencias negativas significativas. Problemas como el estrés crónico, el agotamiento y la falta de tiempo para la recuperación pueden minar la salud física y mental de los empleados, afectando así su desempeño y satisfacción laboral a largo plazo.
Mantener un equilibrio saludable entre trabajo y vida personal no solo es beneficioso para los individuos, sino también para las organizaciones. Compañías que fomentan políticas de trabajo flexible y promueven una cultura que valora el bienestar integral de sus empleados tienden a ser más resilientes y competitivas en un entorno laboral cada vez más dinámico.
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La regla del 85% nos invita a reconsiderar nuestra relación con el trabajo, alejándonos del ideal del «todo o nada» hacia una aproximación más moderada y sostenible. Reconocer los límites personales y aprender a priorizar el bienestar propio es fundamental para alcanzar una vida profesional gratificante y saludable. En última instancia, el éxito verdadero no reside en el sacrificio extremo, sino en el equilibrio inteligente entre ambición y autocompasión.