Un vistazo a 50 años de relación entre Brasil y China, perspectivas, desafíos y compromisos ambientales, en el año 2024, se conmemoran cinco décadas desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Brasil y China.
Este hito marca un periodo lleno de promesas y desafíos, especialmente en lo que respecta a la intersección entre los objetivos medioambientales y las realidades comerciales.
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Durante una visita del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva a Beijing en 2023, se establecieron ambiciosos objetivos para la asociación futura entre ambos países. Sin embargo, a pesar de la declaración conjunta que comprometía a ambas naciones a ampliar la cooperación en temas climáticos, como energías renovables y finanzas verdes, pocos avances tangibles se han logrado hasta el momento.
El compromiso chino-brasileño para la construcción del Satélite de Recursos Terrestres China-Brasil (CBERS) para la vigilancia de la Amazonía es uno de los pocos proyectos en curso. Sin embargo, aún no se han anunciado acciones medioambientales conjuntas desde entonces, lo que refleja un vacío entre la voluntad política y la implementación efectiva.
En paralelo, persisten desafíos relacionados con el comercio. Brasil enfrenta presiones para abordar la deforestación ilegal, mientras que China busca asegurar su suministro de materias primas. Esta dinámica comercial, aunque mutuamente beneficiosa en muchos aspectos, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad ambiental y social de la relación.
Al analizar los últimos 50 años de relación entre Brasil y China, los expertos señalan una evolución significativa en las posturas y políticas de ambas naciones. Desde las primeras incursiones diplomáticas hasta los compromisos medioambientales más recientes, la relación ha pasado por diversas etapas de desarrollo y desafíos compartidos.
En las décadas anteriores, ambas naciones experimentaron un rápido desarrollo económico, caracterizado por la extracción de recursos naturales y el crecimiento industrial. Este modelo de desarrollo, aunque impulsó el crecimiento económico, también generó impactos ambientales significativos y desigualdades sociales.
La Conferencia de la ONU sobre el Medio Ambiente Humano en Estocolmo en 1972 marcó el inicio de la cooperación bilateral en cuestiones ambientales. Sin embargo, durante muchos años, las agendas de desarrollo económico prevalecieron sobre las preocupaciones medioambientales, especialmente en Brasil, donde la explotación de recursos naturales era central para la economía.
La década de 1990 fue testigo de un cambio de paradigma, con la democratización en Brasil y un mayor reconocimiento de los problemas ambientales a nivel global. La Conferencia de la ONU sobre Medioambiente y Desarrollo de 1992 en Río de Janeiro fue un hito importante, donde Brasil adoptó una postura más progresista en la mitigación del cambio climático, aunque mantuvo su enfoque en las responsabilidades comunes pero diferenciadas.
El auge del comercio de materias primas en la década de 2000 marcó una nueva fase en la relación entre Brasil y China. La creciente demanda china de productos básicos impulsó el comercio bilateral, pero también planteó desafíos en términos de sostenibilidad y desarrollo equitativo. La deforestación, impulsada en parte por la demanda china de productos como la soja y la carne, se convirtió en un tema central en las discusiones sobre la relación bilateral.
A pesar de los desafíos, la cooperación en materia de cambio climático ha experimentado avances significativos en las últimas décadas. La participación activa de Brasil y China en las negociaciones internacionales, como la COP21 de París en 2015, ha impulsado un mayor compromiso con la mitigación del cambio climático y la transición hacia una economía baja en carbono.
El regreso de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil en 2023 ha abierto nuevas oportunidades para la cooperación bilateral. Con un enfoque renovado en la sostenibilidad y la transición energética, la administración de Lula busca fortalecer los lazos con China en áreas clave como la conservación de la biodiversidad y la energía renovable.
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Los últimos 50 años de relación entre Brasil y China han sido marcados por una combinación de desafíos y logros en el ámbito medioambiental y comercial. A medida que ambas naciones avanzan hacia el futuro, queda por ver cómo abordarán los retos actuales y cómo aprovecharán las oportunidades para una colaboración más sólida y sostenible en las décadas venideras.