Por Santiago Toledo
El optimismo se define como la actitud que permite que tanto metas personales como deseos se cumplan a pesar de los obstáculos. Implica la creencia de que, de alguna manera, ya sea por esfuerzos voluntarios sostenidos o por casualidad, siempre habrá resultados positivos. Los optimistas se sitúan en un espectro entre el optimismo y el pesimismo, mostrando tendencias relativamente estables hacia una dirección u otra (American Psychological Association & Vandenbos, 2015, p. 740).
Las personas optimistas despiertan interés en diversos campos debido a su alta autoestima y extraversión, y bajos niveles de neuroticismo, estrés, ansiedad y desesperanza, asociándose con resultados positivos en salud física y mental.
Existen diversas formas de optimismo según varios autores: optimismo disposicional, explicativo, irrealista, comparativo, situacional, estratégico, realista y aprendido. Cada tipo se caracteriza por diferentes expectativas y enfoques hacia los eventos futuros (Srivastava & Angelo, 2009).
1. Optimismo disposicional – define el tipo de optimismo en el cual una persona tiene expectativas positivas sobre eventos futuros
2. Optimismo explicativo – es la forma en que una persona describe los eventos de su vida personal, en términos positivos o negativos (bueno/malo)
3. Optimismo irrealista – también llamado «optimismo erróneo», es la percepción de una persona sobre eventos futuros que seguramente se desarrollarán a su favor, así como la probabilidad de que sobreestime lo bueno y subestime lo malo
4. Optimismo comparativo – expresa la creencia de una persona de que el riesgo al que puede estar expuesta es inferior al promedio, a pesar de una evaluación externa correcta
5. Optimismo situacional – se refiere a las expectativas positivas que una persona tiene sobre un contexto específico
6. Optimismo estratégico – establece la estrategia según la cual una persona evita activamente pensar en posibles resultados negativos
7. Optimismo realista – atestigua la capacidad de una persona para mantenerse positiva y enfocarse en los aspectos favorables de la realidad
8. Optimismo aprendido – se basa en la teoría de Seligman y sus colaboradores (1968), que afirma que el optimismo puede ser aprendido descontando eventos y clasificándolos según la adversidad, creencias y consecuencias. En otras palabras, la teoría ilustra la diferencia principal entre el estilo explicativo optimista y pesimista. En el caso del optimismo aprendido, una persona modifica el escenario de un evento personal cargado de adversidad y lo reformula en términos del estilo explicativo optimista para un enfoque beneficioso (Srivastava & Angelo, 2009).
Desde la perspectiva del autor, para alcanzar el máximo bienestar personal, es crucial mantener seis dimensiones positivas de la salud mental, como la autoaceptación y relaciones positivas con otros (Harrington, 2013).
El bienestar organizacional abarca aspectos como la calidad del entorno físico, el clima organizacional y la satisfacción en el trabajo, siendo fundamental para la identidad y satisfacción personal (Laine & Rinne, 2015; Pagán-Castaño et al., 2019).
El optimismo y el bienestar organizacional son cruciales para la salud mental y el desarrollo personal, promoviendo ambientes libres de discriminación y explotación, donde las personas no solo desean trabajar, sino quedarse y prosperar (Biesok & Wyród-Wróbel, 2018).
La satisfacción con la vida, que incluye aspectos emocionales y cognitivos, está estrechamente vinculada con el bienestar mental y la calidad de vida en general (Timoszczyk-Tomczak & Bugajska, 2013; Ziel- ińska-Więczkowska & Kędziora-Kornatowska, 2010).
La investigación destaca la importancia de la autoeficacia, la satisfacción laboral y el optimismo en la motivación y perseverancia para alcanzar metas personales y tomar decisiones (Locke & Latham, 1990; Pavot & Diener, 1993; Scheier & Carver, 1985).
El optimismo fomenta estrategias adaptativas frente a eventos adversos, contribuyendo a una mejor adaptación y funcionamiento proactivo en comparación con actitudes pesimistas (Nes & Segerstrom, 2006; Nes, 2016; Carver & Scheier, 2014).