En la historia de las renombradas marcas de ropa y calzado deportivo, Puma y Adidas, podemos observar un trasfondo intrigante que se remonta a la Alemania de la era nazi y que ha sido marcado por una intensa rivalidad familiar.
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Los hermanos Rudolf y Adolf Dassler, fundadores originales de lo que luego se convertirían en Puma y Adidas respectivamente, comenzaron su camino juntos en el negocio de la fabricación de calzado en la década de 1920. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, sus caminos se separaron debido a sus diferentes elecciones durante el conflicto. Mientras Rudolf se unió a las tropas de Sajonia, Adolf desvió la atención de la empresa familiar hacia la fabricación de tanques y repuestos de lanzamisiles para el Tercer Reich.
Tras la guerra, la relación entre los hermanos se deterioró rápidamente, llegando al punto de no retorno cuando Adolf delató a Rudolf ante los aliados, obligándolo a emigrar y reconstruirse con su propia compañía, Puma. Así nacieron dos empresas hermanas rivales, situadas a pocos kilómetros una de la otra a orillas del río Aurach.
A lo largo de las décadas, la competencia entre Puma y Adidas ha sido feroz, marcada por anécdotas como el uso de botas Adidas por el equipo alemán en el Mundial de Fútbol de 1954, que les dio una ventaja crucial sobre la temida selección húngara. A pesar de los esfuerzos de marketing y estrategias agresivas de ambos bandos, la rivalidad entre las marcas ha persistido durante generaciones.
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Sin embargo, en su centenario, Puma y Adidas han mostrado señales de reconciliación. A medida que ambas compañías continúan prosperando en el mercado global de moda deportiva, con Adidas ubicándose como la segunda mayor empresa del sector y Puma en la octava posición, se ha vislumbrado un cese momentáneo en su antigua rivalidad. El legado de los hermanos Dassler perdura en la industria del deporte, con descendientes como Frank Dassler trabajando en Adidas, simbolizando una nueva era de colaboración y respeto mutuo entre las dos marcas icónicas.