Crisis del aceite de oliva, se convierte en una oportunidad para América Latina en el escenario global
La crisis del aceite de oliva, desencadenada por adversidades climáticas en los principales países productores como España, ha desafiado la estabilidad del mercado mundial. Sin embargo, ¿podría esta crisis representar una oportunidad para los productores latinoamericanos? Argentina, Chile, Uruguay y Perú, figuras prominentes en la producción regional, se enfrentan a una serie de desafíos climáticos similares a los de los grandes actores. Aunque la situación plantea obstáculos, también abre la puerta a nuevas oportunidades para el continente latinoamericano.
El aceite de oliva, conocido como el «oro líquido», es un producto derivado del fruto del olivo, las aceitunas. La producción de este valioso líquido requiere condiciones específicas, incluida la acumulación de horas de frío, una necesidad que se ve amenazada por el cambio climático.
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Los impactos del cambio climático en los principales países exportadores han resultado en una disminución anticipada en la cosecha, lo que ha provocado una reducción en la oferta a nivel global. Según datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de España, las exportaciones de aceite de oliva experimentaron una caída del 34%, situándose por debajo del millón de toneladas por primera vez en la historia reciente.
Este descenso en la oferta ha generado un aumento significativo en los precios, alcanzando máximos cercanos a los US$ 10,000 por tonelada métrica. Sin embargo, países como Turquía han intervenido suspendiendo sus envíos para estabilizar el mercado. Ante este panorama, ¿podrían los países latinoamericanos capitalizar esta crisis?
Bajo este contexto, Argentina, Chile y Perú han experimentado un aumento en sus exportaciones en los últimos años. Marcelo Torres, experto en agronomía y asesoría olivícola en la región, destaca el crecimiento observado en la actividad durante los últimos tres años. Sin embargo, señala que los desafíos climáticos también afectan a estos países, lo que ha resultado en una disminución significativa en la producción.
Argentina, por ejemplo, enfrenta serias dificultades de producción en la presente campaña. Se espera que las empresas del sector produzcan solo el 20% de las 100 mil toneladas exportadas en la temporada anterior. En Perú, si bien se observó un aumento del 68.14% en los envíos entre 2022 y 2023, se proyecta una disminución del 10% en la cosecha de 2024 debido a factores ambientales.
A pesar de estos desafíos, la tendencia alcista en los precios del aceite de oliva parece mantenerse en el futuro cercano. Julio Descals, fundador de la Asociación peruana Pro Olivo, sugiere que el precio del aceite se mantendrá alto debido a los problemas de cosecha en España. Torres también coincide en que se espera una disminución en el precio, pero no significativa, incluso cuando España aumente su producción.
En términos de impacto en América Latina, Descals destaca que los precios son fijados por la Comunidad Europea, lo que limita la capacidad de los países de la región para influir en ellos. Sin embargo, países como Chile han logrado destacarse en los mercados de alta gama. Gisselle Bracomonte, directora ejecutiva de More Chile Spa, resalta el enfoque de Chile en la calidad del producto, lo que ha permitido escapar de la crisis y encontrar oportunidades en mercados de lujo como Japón.
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La crisis del aceite de oliva representa tanto desafíos como oportunidades para América Latina. A pesar de los obstáculos climáticos, la región tiene el potencial de capitalizar la demanda global y consolidarse como un actor importante en el mercado internacional del aceite de oliva. Sin embargo, esto requerirá innovación, inversión y un enfoque continuo en la calidad del producto para mantenerse competitivos en un mercado en evolución.